Juan Pablo II en Lourdes: "Los valores de la Iglesia Católica son los mismos que los de la República Francesa: libertad, igualdad, fraternidad"
(Ilustración: emblema del Grand Orient de France)
Los periódicos de aquí, siempre tan atentos a lo sutil (es broma, como decía Gila) han omitido --salvo El País-- en general el bombazo que ha soltado el papa Juan Pablo II en su encuentro con el presidente de Francia, Jacques Chirac, a la llegada del pontífice a Lourdes: "Los valores de la Iglesia Católica son los mismos que los de la República Francesa: libertad, igualdad, fraternidad". Ni más ni menos.
La hipocresía, la diplomacia y la apologética artera sabrán encontrar las dobleces necesarias a tal declaración. Pero el papa que llamó a la gente a no tener miedo se expresa siempre con rotundidad, tanto cuando condena la guerra de Iraq ante el mundo desde Roma como cuando calla sobre el mismo tema en Madrid ante Aznar. Pero lo dicho, dicho queda, y escrito está: verba volant, scripta manent. Por ello, ya no hay excusas de ahora en adelante para los sectarios ultramontanos que quieran excluir a los católicos partidarios del triple lema republicano: escrito está, Roma locuta, causa finita.
La implicación más sensacional de la declaración es que el lema de libertad, igualdad, fraternidad no sólo es el de la República Francesa sino del de su revolución... y el de la masonería. Como avanzada del paradigma moderno, la fraternidad masónica ha exhibido siempre en su frontispicio el triple lema revolucionario. No es nada menor ni cosa baladí la coincidencia en la afirmación del papa y la realidad del lema masónico. A los masones cristianos y católicos --que son muchos, y hacen caso omiso del legalismo farisaico que pretende excluirles porque saben diferenciar entre derecho canónico y evangelio-- la afirmación de Juan Pablo II les sienta de maravillas. Desde ahora sólo se podrá excluir a los francmasones de la Iglesia Católica apelando a los más retorcidos argumentos sectarios. Estos no faltarán, seguro. Pero si lo que dice el papa sobre unas cosas es para ser escuchado, lo que dice sobre otras también. Claro que eso compromete mucho a todos y obliga a removerse de las propias comodidades intelectuales e ideológicas. Se acepta el reto: libertad, igualdad, fraternidad.
El texto del despacho de agencia lo publica el diario La Nación, de Buenos Aires.
Los periódicos de aquí, siempre tan atentos a lo sutil (es broma, como decía Gila) han omitido --salvo El País-- en general el bombazo que ha soltado el papa Juan Pablo II en su encuentro con el presidente de Francia, Jacques Chirac, a la llegada del pontífice a Lourdes: "Los valores de la Iglesia Católica son los mismos que los de la República Francesa: libertad, igualdad, fraternidad". Ni más ni menos.
La hipocresía, la diplomacia y la apologética artera sabrán encontrar las dobleces necesarias a tal declaración. Pero el papa que llamó a la gente a no tener miedo se expresa siempre con rotundidad, tanto cuando condena la guerra de Iraq ante el mundo desde Roma como cuando calla sobre el mismo tema en Madrid ante Aznar. Pero lo dicho, dicho queda, y escrito está: verba volant, scripta manent. Por ello, ya no hay excusas de ahora en adelante para los sectarios ultramontanos que quieran excluir a los católicos partidarios del triple lema republicano: escrito está, Roma locuta, causa finita.
La implicación más sensacional de la declaración es que el lema de libertad, igualdad, fraternidad no sólo es el de la República Francesa sino del de su revolución... y el de la masonería. Como avanzada del paradigma moderno, la fraternidad masónica ha exhibido siempre en su frontispicio el triple lema revolucionario. No es nada menor ni cosa baladí la coincidencia en la afirmación del papa y la realidad del lema masónico. A los masones cristianos y católicos --que son muchos, y hacen caso omiso del legalismo farisaico que pretende excluirles porque saben diferenciar entre derecho canónico y evangelio-- la afirmación de Juan Pablo II les sienta de maravillas. Desde ahora sólo se podrá excluir a los francmasones de la Iglesia Católica apelando a los más retorcidos argumentos sectarios. Estos no faltarán, seguro. Pero si lo que dice el papa sobre unas cosas es para ser escuchado, lo que dice sobre otras también. Claro que eso compromete mucho a todos y obliga a removerse de las propias comodidades intelectuales e ideológicas. Se acepta el reto: libertad, igualdad, fraternidad.
El texto del despacho de agencia lo publica el diario La Nación, de Buenos Aires.
2 comentarios
Carles Navales -
odyseo -