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Gabriel Jaraba. Comunicación y humanismo

Ciudadanía

"Me sorprende la incapacidad de los medios españoles para interpretar la realidad norteamericana"

Jaume de Marcos escribe un comentario en mi Bloginmedia sobre la dificultad de los analistas europeos por evitar los tópicos en el análisos de la sociedad norteamericana: Un apunte analítico del trasfondo electoral en EEUU
De Marcos viaja a menudo a EE UU y está muy relacionado con los sectores progresistas norteamericanos, en su calidad de impulsor de la Sociedad Unitaria Universalista de España.

El puño de Labordeta

El puño de Labordeta Uno de los grandes déficits democráticos de España es que el Partido Popular no es todavía un partido liberal de verdad. Los partidos liberales europeos hunden sus raíces en el rechazo al fascismo y las tradiciones autoritarias; las grandes formaciones demócratacristianas son antifascistas. Pero aquí, la alegre muchachada pepera en el Congreso se dedicó una vez más a burlarse de José Antonio Labordeta; la otra vez, cuando les mandó a la mierda, le preguntaban por la mochila y la gorra, y ahora, le decían que por qué cerraba el puño. Y el diputado aragonesista estuvo a punto de mandarles otra vez a ciscar de no ser por su respeto a la autoridad del presidente del Congreso.
Reírse de quien levanta el puño como signo de su identidad cívica no es de liberales sino de lo que queda todavía en uno de falangista y mamporrero de Defensa Universitaria. Gracias a los ciudadanos que aquí levantaron el puño un día --ante el pelotón de fusilamiento incluso-- existe la libertad que permite que la derecha española se siente en un Parlamento democrático. No se hace broma con eso, y cuando se hace, se demuestra que uno no sabe dónde está ni porqué. A mí me gustaría para mi país una derecha liberal que sintiera que sus raíces están el el mismo lugar que las del resto de formaciones: en el antifascismo democrático. Pero se vé que aún es demasiado pronto.
Lo que significa el puño en alto lo explica la conocida canción de Labordeta Canto a la libertad, ilustrada aquí por Alfredo.

Habrá un día en que todos
al levantar la vista
veremos una tierra
que ponga libertad.
Hermano, aquí mi mano,
será tuya mi frente
y tu gesto de siempre
caerá sin levantar
huracanes de miedo
ante la libertad.
Haremos el camino
en un mismo trazado,
uniendo nuestros hombres
para así levantar
a aquellos que cayeron
gritando libertad.
Sonarán las campanas
desde los campanarios
y los campos desiertos
volverán a granar
unas espigas altas
dispuestas para el pan.
Para un pan que en los siglos
nunca fue repartido
entre todos aquellos
que hicieron lo posible
por empujar la historia
hacia la libertad.
También será posible
que esa hermosa mañana
ni tú, ni yo, ni el otro
la lleguemos a ver;
pero habrá que forzarla
para que pueda ser.
Que sea como el viento
que arranque los matojos
surgiendo la verdad
y limpie los caminos
de siglos de destrozos
contra la libertad.

Derecho a estudiar

En la UAB hay puestos unos pasquines de agitprop que dicen: "Los estudiantes presos también tienen derecho a seguir estudiando". Muy cierto, incluso los estudiantes que ayudaron a que un profesor universitario fuera asesinado.

El fútbol, espejo de la vida

Viendo la Eurocopa por la tele se me ocurre que el fútbol es una escenificación cristalinamente clara de los valores de este mundo. 1, Vales lo que alguien está dispuesto a pagar por tí. 2, las reglas de juego son para saltárselas cuando el árbitro no mira. 3, Con tal de ganar vale todo. 4, La gloria es pasta, fama y tías. 5, El equipo por encima de todo: "Un grupo de activistas profesionales dispuestos a todo puede hacerse muy pronto con el poder" (A. Hitler). 6, Estás en juego mientras tu cuerpo sea joven y puedas pegar patadas. 7, El público sigue al líder carismático, a la adulación del nacionalismo o a la exaltación de los bajos instintos... o a las tres cosas a la vez. 8, Lo que no sale en la tele no existe. 9, Quienes mandan de verdad son lumpenempresarios que de ningún otro modo podrían alcanzar notoriedad pública. 10, Tocarse los cojones y escupir es lo único que hace falta para ir por la vida: exaltar el propio yo y que se jodan los demás.
No son consideraciones cínicas sino un decálogo del capitalismo moderno aplicado.

Tendencias de vanguardia y libertad: vivan los gorrillas

Para ponerse al corriente del estado de la cultura realmente existente en una sociedad no hay que ir a los museos de arte moderno o a los centros de cultura contemporánea sino a los centros comerciales, a los hipermercados y a los lugares donde la gente se encuentre vivita y coleando y a su bola. El problema cultural más acuciante que se debatió en torno al Forum 2004 en sus primeros días fue si se permitía entrar bocadillos en el recinto; el Guggenheim vizcaíno es un lugar al que se va a probar qué tal restauración propone, y el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona ha hecho las delicias de la chiquillería hiphop por los espacios para el skateboard que ofrece en su explanada frontal. No es ninguna novedad para Barcelona: la gente popular de la ciudad recibió la llegada de las mieles del consumo a principios de los 60 devorando en masa los innovadores bocadillos de frankfurt que ofrecía la feria de muestras al lado de las nuevas tecnologías de maquinaria agrícola o los revolucionarios componentes electrónicos. Fue todo un avance civilizacional para la ciudad, en la que a mediados del siglo XIX uno de los pasatiempos favoritos era asistir por la tarde a las ejecuciones a garrote vil que se celebraban en lo que hoy es la plaza Folch i Torres, en las que cada familia llevaba sus sillas desde casa para sentarse a gusto y merendar mientras el desgraciado de turno estiraba la pata.
A mí, como persona precupada por las libertades personales y colectivas --creo firmemente en uno de los tabúes del progresismo socializante, el individualismo democrático-- la tendencia que más me interesa como muestra externa de libertad personal no la encuentro en el Tenta de El País ni en The Face sino en los parques de la periferia industrial de la ciudad. Por allí pululan manadas de jubilados que pasean bastón en mano con tanta parsimonia como decisión, encaminados hacia tareas que no logro adivinar. Yo les llamo los gorrillas, porque tanto bajo la lluvia como expuestos al sol suburbano suelen tocarse con gorras, sombreros o simples viserillas publicitarias. Cuando voy o vengo de trabajar en la tele, nada más cruzar el límite de la comarca del Baix Llobregat, me dedico a ir contándolos: "¡mira, otro gorrilla!"; los hay a decenas. Pero poca broma con ellos, que yo no me cachondeo; son la generación que con su trabajo convirtió los desestructurados barrizales de la periferia barcelonesa en ciudades en las que hoy vale la pena vivir. Lo hicieron a fuerza de trabajo e implicación en el movimiento obrero y ciudadano, de modo que ese señor que camina tranquilamente con una jaula con pájaro dentro al encuentro de otros amantes de la cría ornitológica o aquel otro caballero que rebusca en un zarzal por si puede hacerse con un manojo de espárragos silvestres bien pueden ser los héroes de mi juventud que se batían el cobre frente a la policía en las descomunales huelgas generales de finales de los 70. Hoy mismo sale en la contraportada de El País el señor José Calleja, de 71 años, superviviente de la matanza que las tropas franquistas hicieron entre la población civil que huía de su avance: 5.000 personas, en su mayoría mujeres y niños, caían asediados por la aviación alemana y ametrallados desde los montes. El señor Calleja, que formó parte de aquella comitiva siendo niño, viste en el homenaje que les rindió la Diputación de Málaga una cómoda rebeca de lana marrón, una camisa blanca con rayas finas, de cuello abierto, un holgado pantalón gris, una gorra abombada algo ladeada y un bastón de mango curvo colgado de su antebrazo derecho.
Pues qué quieren que les diga, la indumentaria que el señor Calleja llevaba en ese acto entrañable me parece el súmmum de las tendencias más libertarias y avanzadas en el vestir que hoy puedan producirse. Porque al señor Calleja y a todos los gorrillas del universo mundo se les canta un pimiento lo que nadie pueda pensar de ellos, y por eso, a su lado, Manu Chao es un pisaverde, y ustedes perdonen. Esa actitud de relajo zumbón que escuchamos en las musiquillas del gallego parisino o ahora mismo en el impensado éxito de Pastora no tienen nada que hacer ante la cultura del vive como quieras de un grupito de cuatro gorrillas que hoy mismo he visto justo al lado de la rotonda de Sant Boi, desayunando bocatas y ensaladas en un huertillo colindante con la carretera general.
Estando yo preocupado por la galanura con que los gorrillas hacen gala de su libertad cotidiana, vino en mi ayuda una vez más el nunca bien ponderado hipermercado. Yo ya me había convertido en habitual de un Lidl recientemente instalado cerca de casa, gracias a la calidad de sus verduras y yogures, pero la inauguración de un local de su competencia, Aldis, fue algo que prometía. Alguna innovación cultural nos aportarían entre los dos, algún avance civilizacional decisivo para nuestras vidas cotidianas. Que el lector hipercrítico se tiente: díganme qué otros avances en la liberación de la mujer en el siglo XX fueron más importantes que la lavadora automática y la píldora anticonceptiva.
Y la luz, una vez más, llegó del oriente hipercomercial. "Mira qué te traigo", me saluda hoy mi mujer mientras pongo la mesa para atacar un desayuno compuesto por bocadillo de tortilla de ajos tiernos con ensalada de rábanos y canónigos. Y me saca de la bolsa un par de conjuntos formados por pantalón corto y niqui, de cuello en punta como los polos que llevan los chavales que pueblan las terrazas nocturnas veraniegas, uno de rayitas horizontales azules y grises, muy ténues, y el otro azul oscuro, con una magnífica raya horizontal gris que cruza el vientre: pareceré un orondo osito panda en busca de bambú fresco. "Pues nada, ahora me pongo el niqui de rayitas para ir a trabajar", le digo. "¿Estás loco o qué? ¿No ves que son pijamas?". Coño, cómo que pijamas. "Pijamas de verano con pantalón corto; si te pones una de las camisetas para ir al curro se van a creer que te preparas para hacer la siesta en el despacho". O sea que esos atuendos tan frescos y cómodos son para ponérselos al ir a la cama, uno que duerme en pelotas haga frío o truene.
Al final, llegamos a un compromiso; usaré los pijamas como ropa cómoda para estar por casa, porque además de holgados son muy sufridos, por lo menos el azul, "y el clarito pronto te lo dejarás hecho una mierda, que cada día te echas tres o cuatro lamparones en la pechera". Joder, pues claro; la dieta mediterránea es incompatible con el vestir limpio, o sea que pronto veremos cómo las nuevas religiones de la alimentación y la relación social inventan un nuevo pecado. Pero los pijamas, aun por casa, son una delicia. Yo sigo convencido de que las cmisetas colarían como niquis deportivos, pero ni modo de que me dejen salir de casa con ellos. Pero me vengo adoptando cada vez más un look gorrilla cuando aún me queda la tira --¡ay!-- para la jubilación. Voy y me calo una gorra de pana que pillé en las rebajas de Zara, y me endoso un chaleco verde lleno de bolsillos que me sirven para ir metiendo todas las mierdas que voy encontrando por ahí. La camisa, una a cuadros que costó cindo euros en el mismo super, y unas bambas que cuestan menos de tres. Con mi camisa a cuadros y mi gorrilla ajustada al coco me siento el rey del mambo. Porque la democracia no es sólo división de poderes, multipartidismo y representatividad institucional, libertades democráticas y derecho a la disidencia. Democracia es poder ir por la calle sin saludar a nadie. El derecho al sufragio y a la libertad de expresión es inseparable del derecho a que nadie te pida cuenta de dónde vas y a dónde vienes. Las sociedades tradicionales que añoran nuestros wannabe --ese orden pulquérrimo del zen japonés, esas arcadias chamánicas de yanomamis o dogones-- son sitios donde cada uno lleva buena cuenta de qué hacen todos los demás y cómo. Yo, cuando tenía 19 años y vivía en el Turó de la Peira, los chavales me tiraban piedras porque llevaba un melenón por los hombros como Frank Zappa. Ahora, cada vez me parezco más a un gorrilla, y mañana mismo me pongo a tallarme un bastón de una vara que he pillado entre los desechos que la marea ha dejado en la playa de mi pueblo. ¡Viva la libertad!

Trofeos de carne humana como pedazos de tocino

Las normas de pulcritud alimenticia propias del mahometismo y del judaísmo prohiben el consumo de carne de cerdo. El paralelismo, hasta aquí: la primera confesión rompe el equilibrio a partir de la fotografía difundida mundialmente de un comando de Hamas exhibiendo los restos de unos israelíes asesinados por ellos, mientras ofrecen a la vista de la cámara ejemplares del Corán abiertos, en pleno acto de profesión de fe. La carne de hombre no es carne de cerdo; quizás por ello sea permisible mostrar trofeos de carne humana vencida mientras se proclama la fidelidad a la propia religión. El movimiento palestino de liberación nacional marca así un hito histórico: supera la cota de degradación alcanzada por el nazismo hitleriano en los campos de exterminio. Palestinismo y nazismo se anúan en un mismo proyecto: aniquilar al pueblo de Israel en aras del propio irredentismo como punto de partida para terminar con cualquier vestigio de democracia en el mundo.
La izquierda europea y los intelectuales viven en una ficción fatal; creen que los palestinos luchan con unas precarias piedras contra una implacable máquina militar genocida israelí. En realidad, el ejército israelí es la garantía de que no llegue a materializarse el único punto que todos los países árabes tienen en común: el exterminio físico, no sólo político, del pueblo de Israel. Nada de piedras lanzadas por niños oprimidos contra los tanques: fanáticos suicidas munidos de dinamita se hacen estallar en las pizzerías y discotecas donde la juventud israelí acude a divertirse pacíficamente. La misma política exterminadora de la juventud democrática llevada a cabo en su tiempo por las fuerzas de choque SA hitlerianas.
Los militantes de izquierdas demócratas contemplamos con pesar cómo la cultura izquierdista europea es judeófoba sin saberlo. Los caricaturistas satíricos de la prensa contribuyen a perpetuar una conciencia del todo infame, en este sentido. Claro que el dibujante Ferreres, de El Periódico de Catalunya, es antisemita. La pena es que lo es sin saberlo. Le repele la imagen prepotente del primer ministro Sharon, pero olvida que él puede ser depuesto por su ciudadanía, mientras que el entramado corrupto de la cúpula dirigente palestina forma parte inseparable del universo antidemocrático árabe: una cleptocracia generalizada que mantiene aherrojados a sus propios pueblos bajo la excusa de la "amenaza" sionista.
Tal hipermetropía viene facilitada por un discurso cosmopolista engañosamente progresista. Ejemplo: la jueza iraní marginada y reprimida por el clero antidemocrático de su país es galardonada con el premio Nobel. Su primer discurso público versa... sobre el problema palestino, en lugar de erigirse en denuncia de los enemigos de la libertad que le han jodido la vida a ella misma. El propalestinismo es la excusa colectiva de una civilización fracasada que arroja sobre las espaldas de otros su propia incapacidad de evolucionar democráticamente.
La izquierda y la intelectualidad europea traga sopas con honda y no hay nada que le pueda abrir los ojos: ni siquiera el caso de Salman Rushdie. El problema no es el propalestinismo izquierdista; la cuestión es que Europa no ha dejado de ser judeófoba. Simplemente, ha dejado de construir Mauthausens y Auschwitzs; temerosa como es de las decisiones fuertes (¡oh, por favor, que Estados Unidos nos libre de Milosevic y del caos kosovar, nosotros no tenemos huevos!) para que "la causa árabe" le haga el trabajo sucio. Por ello se empeña en creer que el movimiento palestino es aún una resistencia laica y progresista, un renacer árabe en el que las mujeres combatirán al lado de los hombres y gozarán de igualdad de derechos (Leila Jaled, Hannan Ashraui) y el liderazgo será frentepopulista, con alianza de nacionalistas burgueses (Arafat) y marxistas laicos (George Habache). Una mierda: los trofeos de carne humana frente la cámara fotográfica hablan por sí solos.
Nota bene: los republicanos, comunistas, socialistas, catalanistas y masones españoles sufrieron una represión incomparablemente más cruel que la de los palestinos. Figura en nuestro registro de honor haber combatido siempre lealmente al adversario, haber luchado contra el nazismo y haber defendido a la Unión Soviética ante el ataque nazi.
DOSSIER: Los vínculos privilegiados entre nazis y palestinos
"No se pueden evocar los vínculos entre los musulmanes y en particular los palestinos, sin evocar la personalidad del Gran Mufti de Jerusalén y sus vínculos con el régimen nazi (...) Husseini tenía lazos de parentesco directo con numerosos líderes importantes del mundo palestino, empezando por Yasser Arafat, del cual era tío, y Faisal Husseini, del cual era abuelo".
"El Mufti, esponsorizado por la Alemania nazi (se dedicó a actividades como)la organización de los musulmanes en unidades militares en los países ocupados por el Eje (...) la puesta enfuncionamiento de legiones árabes controladas por los alemanes, así como la brigada árabe".

Informes de Amnistia Internacional sobre Irak

Amnistia Internacional ha denunciado la muerte de civiles inofensivos a manos del ejército británico, que se añade al vergonzoso episodio de las torturas y vejaciones a detenidos a manos de fuerzas regulares norteamericanas comandadas por mercenarios de empresas privadas. Elinforme se titula "Homicidios civiles en Basora y Al Amara". Los documentos de AI sobre Irak son estos.