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Gabriel Jaraba. Comunicación y humanismo

El secuestro de la literatura por una élite o la dictadura de los moñas

Hace tiempo que me moría de ganas de oirlo: Andreu Martín, el gran escritor catalán de novela negra, ha dicho de una vez que el rey va desnudo. En una entrevista publicada en El Punt, se refiere al estado de la literatura negra en Francia, Reino Unido, Italia y Alemania diciendo: "En estos países la cultura es concebida como algo popular y al alcance de todos. En cambio nosotros vivimos en un país donde una minoría elitista se ha apropiado de la cultura excluyendo desgraciadamente este tipo de novelas y de otros géneros".
Martín corta así el nudo gordiano del estado de la lectura en Cataluña. Hay un espacio central artificialmente ocupado por unos grupos de maníacos depresivos, pretenciosos y celosos, que funciona al margen de la realidad de los intereses del público, y lo que es peor, de quienes verdaderamente constituyen los grandes escritores del país. Véase como ya han comenzado a manifestarse ascos al éxito de Carlos Ruiz Zafón y su La sombra del viento. Pero el éxito de Zafón se debe a sus lectores, a los que ha sabido interesar y ganarse; la novela se ha vendido desde abajo, sin promoción, sin publicidad, sin televisión, sin popularización del autor, sin que éste aparezca vinculado a institución o capilla alguna. Gustará o no, pero lo que ha hecho este autor tiene justamente este mérito: triunfar por tu propia valía como escritor, sea poca o mucha.
En realidad, no es que no se vendan libros. Es que no se venden los que no se tienen que vender. Cada día no aparece una obra como la versión de La Divina Comedia a cargo de Joan Francesc Mira. Cuando acababa de publicarse, la gente salía de la FNAC con el libro bajo el brazo, un libro de lectura no fácil adquirido en una macrotienda popular. Pero los palizones pretenciosos de la fantasmada literaria que ocupa la escena tienen que quedarse en los anaqueles.
Me topé con las declaraciones de Andreu Martín ayer mismo, justamente cuando el fin de semana acababa de leer El reino del dragón de oro, deIsabel Allende, con el que he disfrutado como un camello. Allende se ha marcado una novela juvenil de aventuras, mezcla de Indiana Jones adolescente y Tintín en el Tíbet, con unas gotas de La selva esmeralda. Es un relato estimulante, que nos encanta a los que desconfiamos de los ceños fruncidos (ya se sabe que el animal más serio es el burro). Tendría narices que ahora atendiéramos a esos egos gigantescos henchidos de suficiencia cuando de bien jóvenes aprendimos a romper con esa estupidez gracias a Richard Lester y su ¡Qué noche la de aquel día! Quien ha saltado una vez al ritmo de She loves you o Please, please me no debe volver a caer en la trampa.
Y es que Inglaterra siempre nos salva, primero con los Spitfire, luego con la BBC y ahora con Harry Potter. El éxito del joven mago no ha sido un producto de la industria cinematográfica, sino que ha sido esta quien ha ido a buscar un producto que fue erigido libro a libro por los lectores juveniles. Poca broma. Pero ya se sabe que el viejo cuento de la manipulación de las industria culturales y la publicidad bla, bla, bla, pesa más que las realidades puras y duras. A Harry Potter, como a Carlos Ruiz Zafón, los han hecho los lectores y nadie más. Por eso los pelmazos les tienen tanta rabia, y por eso persisten las leyendas urbanas de la manipulación mediática. Para evitar que se vea la realidad: quien escribe de manera interesante consigue interesar.
Y el que lo dude, que pruebe a ver si le salen cosas como a Jack London, Hermann Melville Robert L. Stephenson o, por lo menos, Emilio Salgari. No hay cojones.
Postscriptum: si te gusta La sombra del viento y no has leído su predecesora, Marina, aún no has visto nada.
Otra postscriptum: Por supuesto, a los moñas tampoco les gusta el Bookcrossing. Gracias a él, los libros corren de mano en mano y la gente los lee, sin esperar a que nadie les diga lo que deben leer o no desde cualquier púlpito. Hay que hacerle también ascos, por supuesto; faltaría más que se leyera sin nuestra aquiescencia.

Umberto Eco escribe sobre "La Pasión" de Mel Gibson

Umberto Eco escribe sobre "La Pasión" de Mel Gibson

Umberto Eco acaba de publicar su última novela, "La misteriosa fiamma della regina Loanna". El genio de Bolonia ha dedicado hace poco dos de las columnas que habitualmente publica en L'Espresso a la película "La Pasión", de Mel Gibson, a la que tanto el Vaticano como muchos sectores evangélicos consideran un filme ejemplarizante y un servidor, como creyente, vé como una burda blasfemia. Este fue el primer análisis que Eco hizo del filme:

¡No me toquéis a mi Hijo!



Bueno, pues para atender a una serie de demandas y para resolver el asunto de una vez por todas, he ido a ver “La Pasión” de Mel Gibson. Y encima antes que nadie, en un país extranjero (donde por lo menos estaba prohibida para menores). De todas maneras hablan en arameo y, como máximo, se entiende a los romanos cuando gritan “I” para decir “¡Apartáos!”.

Antes que nada he de decir que esta película, técnicamente muy bien hecha, no es ni una expresión de antisemitismo ni de fundamentalismo cristiano obsesionado con una mística de sacrificio cruento. Es un “splatter”, una película que pretende ganar mucho dinero ofreciendo a los espectadores tanta sangre y tanta violencia que a su lado “Pulp Fiction” parece un dibujo animado para niños de parvulario. En todo caso dibujos animados de Tom y Jerry, de los que proponen una lección en la que los personajes son machacados por mil rodillos compresores y reducidos a un CD, caen de un rascacielos y se rompen en mil pedazos, acabando aplastados contra una puerta. Con mucha sangre además, hectólitros de sangre, evidentemente transportados hasta el plató por diez camiones cuba, y recogidos poniendo a la obra los vampiros de toda Transilvania.

No se trata de una película religiosa. Del mensaje de Jesús se sobreentiende lo que uno aprendió en la preparación para la primera comunión. Sus relaciones con su Padre son histéricas y absolutamente laicas; podrían ser las de Charlie Manson con Satanás, pero aquí Satanás no presenta majestad alguna, aparece ahora aquí y luego allá, ora de perfil disfrazado de mariconcete y ora de frente ante tal efusión de glóbulos rojos que al final hasta se nos pone malo. Por otra parte, la imagen menos convincente es la final de la Resurrección, más propia de La noche de los Muertos Vivientes que de una pintura del Renacimiento.

Esta película no tiene nada de la sublime discreción de los Evangelios. Pone en escena todo lo que estos callan dejando para los fieles su propia meditación silenciosa sobre el mayor sacrificio de la historia. Allá donde los Evangelios se limitan a decir que Jesús es flagelado (tres palabras en Mateo, Marcos y Juan, ninguna en Lucas), Gibson hace que primero lo apaleen, luego le golpeen con cadenas con clavos y al final con mallos, hasta que queda reducido a poco menos que una hamburguesa mal cocida, es decir, lo que el público de MacDonald’s imagina que tiene que ser la carne picada hasta el espasmo.

El odio de Gibson por el Nazareno debe ser indecible; vaya usted a saber de qué antiguas represiones se desfoga sobre su cuerpo cada vez más sanguinolento. Y suerte que la filología no se lo permite, si no ya le habría hecho aplicar electrodos en los testículos y proporcionarle un baño de gasolina. Es así como, según algunos, debeeríamos experimentar un sano estremecimiento ante el misterio de la Salvación. Quizás.

¿Película antisemita? Si se quería hacer un “splatter western” (más bien “eastern”) los bandos tenían que quedar claros, buenos contra malos, y los malos tenían que ser malos a más no poder. Pero si son malísimos los sacerdotes del Templo más malos aún son los romanos, como Pedro Patapalo cuando, gruñendo, ata a Mickey en la silla de torturas. Es evidente que Gibson debía creer que presentando a los romanos como los malos (como ya lo había dicho Asterix) no corría el riesgo de que le pegaran fuego al Campidoglio, mientras que con los judíos, con los tiempos que corren, hay que proceder con mayor cautela. Pero no hay que pedirle mucho a alguien que ha decidido servirnos un bistec tártaro con mucha pimienta y ketchup. Gibson ha sentido ciertas resipiscencias y ha mostrado a tres judíos y tres romanos casi buenos, asaltados por la duda (miran hacia el público como diciendo: “¿no nos estaremos pasando?”) e incluso así es justamente su perplejidad la que sirve para acentuar la expresión de que todo en esta película sea insoportable, y se vomite viendo lo que brota de entre el costillar.

Imagínense si Manzoni, en lugar de hacer suya la lección de los Evangelios dejando solamente adivinar lo que le había sucedido a la Monja de Monza, con aquella sublime insinuación (“y la desventurada respondió”) (Eco se refiere aquí al libro “Los novios”, de Alessandro Manzoni, N. del T.) nos hubiera mostrado a la pobrecilla haciendo un striptease, entregándose a repetidas felaciones, haciéndose sodomizar con jabón (El último tango en Lecco) y sometiendo al despreciable Egidio a puniciones sadomaso, calzada con unas botitas rusas como una Venus en cueros. Gibson coge al vuelo la idea de que Jesús debió sufrir , y del mismo modo que Poe pensaba que la cosa más románticamente conmovedora era la muerte de una bella mujer, él tiene la intuición de que el “splatter” más rentable es aquel en el que se mete al Hijo de Dios en una picadora de carne. Lo cierto es que le sale muy bien, y debo decir que cuando Jesús acaba por morir y acaba de hacernos sufrir (o gozar) y se desencadena un huracán, la tierra tiembla y se rasga el velo del Templo, se experimenta cierta emoción, pues en ese momento, aunque sea bajo forma meteorológica, se entrevé un soplo de aquella trascendencia tan manifiestamente ausente de la película. Sí, en aquel momento el Padre hace sentir su voz. Pero el espectador sensato (y, espero, el creyente) advierte que es con Mel Gibson con quien está cabreado.
(Traducción de Gabriel Jaraba).

Tras los comentarios que los lectores hicieron, Eco volvió con esta segunda columna:

La vuelta de los idólatras



Hace algunas semanas escribí una columna hablando francamente mal de la película del Mel Gibson sobre la Pasión. Un estudiante me preguntó si había visto los numerosísimos comentarios y debates de los lectores en el foro de internet de L'Espresso, y me dijo: "Quizá habría que revalorizar a los iconoclastas". Me siento obligado, pues, a recordar qué fue la disputa iconoclasta, por lo menos a partir del momento en que, en el año 726, León III Isáurico emanó un edicto que prohibía el culto de las imágenes, que en el imperio bizantino estaba rozando la idolatría.
La Iglesia de Roma era más indulgente al respecto, y se había alineado con las posiciones del concilio de Nicea de 787, donde se concluía que a las imágenes se les puede tributar "el saludo y la veneración de honor, no ciertamente la latría verdadera que según nuestra fe sólo conviene a la naturaleza divina". Pero en el mundo cristiano occidental la cuestión permaneció abierta y se retomó en los Libros Carolinos, compuestos en el entorno de Carlomagno.
Los teólogos carolingios se sentían molestos porque en la traducción latina de las actas de Nicea se usaba un solo término, "adoratio", en lugar de los dos con los que se diferenciaba, por una parte, el culto reservado a la imagen y, por la otra, el culto reservado a Dios.
Los teólogos carolingios distinguían, en cambio, el mundo espiritual del mundo material y decían que la imagen (que puede manifestar sólo aspectos exteriores materiales de lo representado) no podía constituir un acceso al mundo espiritual. Es más, cuanto más se parecía a su prototipo, mayor era la falsedad de la imagen, puesto que se aumentaba el engaño hacia el espectador. La imagen no era un ídolo, pero podía llegar a serlo si se utilizaba de
forma incorrecta. Por consiguiente, la expresión verdadera de lo espiritual había de buscarse sólo en el lenguaje no figurativo de las Sagradas Escrituras.
Los Libros Carolinos no excluían que se pudieran usar las imágenes como estímulo adecuado a la reflexión espiritual. Sencillamente invitaban a no dar a las imágenes mayor peso del que tenían. Aclaremos nosotros que la Edad Media había adoptado una idea de Gregorio Magno por la que "la pintura se usa en las iglesias para que los analfabetos, al menos mirando a las paredes, puedan leer lo que no son capaces de descifrar en los códices".
En el fondo, tanto una posición como la otra sobreentendían que, si uno no es analfabeto, es mejor que busque sus ocasiones de meditación, inspirándose en las Escrituras y no en las pinturas o (decimos ahora nosotros) en las películas.
Y lleguemos a los comentarios sobre Gibson, que he ido a leerme. Obviamente, hay de todo, desde los que dicen que me he equivocado porque la película es buenísima hasta los que me dan la razón; desde los que dicen que he escrito por envidia de lo bueno que es Gibson hasta los que dicen que la película ha sido boicoteada por los "lobbies judíos", incluido un tal Pippo que, visto lo que he escrito sobre la película, deduce que soy judío. (Pippo no lo sabe, no soy judío, y no es culpa mía el haber recibido una educación cristiana, razón por la cual me ha escandalizado tanto semejante especulación sobre la figura de Cristo). Luego he visto un comentario según el cual yo ironizo sobre la sangre de Cristo. Obviamente he ironizado sobre la representación, vulgar creo yo, que Gibson ha dado de la Pasión de Cristo, y ha sido entonces cuando he entendido por qué mi estudiante hablaba de la disputa
iconoclasta.
Muchos de los comentarios que he leído no son sobre la película, sino sobre Jesús (a favor y en contra; entendámonos, a diferencia de antaño hoy existen idólatras creyentes e idólatras ateos. Es decir, que a muchos de los que intervienen les resulta difícil escindir la película de la realidad (o, como habrían dicho los teólogos medievales, distinguir la realidad material de la realidad espiritual). La película es para ellos las Sagradas Escrituras, y ese joven que interpreta a Jesús es Jesús.
Naturalmente he leído también el comentario de un tal Gianni, que advierte que "la película es tan sólo la Pasión de Mel Gibson y no la Pasión de Cristo", pero debo decir que no he encontrado en todas las intervenciones esta clara distinción entre la realidad (sea espiritual o histórica) y su representación.
Gran parte de las intervenciones son como las de un tal Franco que escribe: "No entiendo por qué las personas que carecen de fe religiosa no pueden aguantar los sufrimientos que Cristo tuvo que soportar". Ahora bien, lo que para mí era inaguantable eran los sufrimientos
que Gibson infligía al espectador, no los padecimientos de Cristo. Parece obvio y aun así, como se ve, no lo es. Por lo cual, la reflexión se desplaza de la Pasión de Gibson a la
actitud del hombre moderno con respecto al mundo mediático, que no se advierte ya como representación (fiel o distorsionada) de las cosas, sino como la Cosa Misma. Que es la forma laica que adopta hoy en día la idolatría.
Con mi más sincera gratitud al lector Marcopac que escribe: "Querido Umberto, no te perdonaré jamás que me hayas contado el final de la película".
Traducción del diario El Espectador.
Una aportación de Anna Maria Coll.

Tenemos la mejor generación de jóvenes que nunca ha habido en España

Este blog se ha quedado turulato unos cuantos días a causa de los exámenes. De los míos y de los de mis alumnos, no os creáis. Hemos concluído la segunda experiencia del curso preparatorio para la ESCAC; antes de cursar el graduado superior de cine y audiovisuales, cuatro años y título propio de la Universidad de Barcelona. Los alumnos que optan por este curso --en el que propongo la asignatura de Introducción a la Comunicación, la Actualidad y las Humanidades-- pasan por un proceso de adaptación a una carrera con una fortísima exigencia profesional: no formamos especialistas en una u otra herramienta sino cineastas de una pieza, y sobre todo, personas. Por lo que a mí respecta, tatacháaan!: el curso que viene empiezo el doctorado en Ciencias de la Comunicación. O sea que espero ser doctor antes de cumplir los 60. Uf!

Si hay algo que un docente puede afirmar con rotundidad es lo siguiente: las actuales generaciones de estudiantes son los mejores jóvenes que ha habido nunca en España. Así de claro. Estoy hasta las narices de las murgas sobre que si estos no valen nada, que si están apalancaos, que no saben nada de nada... Rollos de puretas que añoran unos tiempos guapos pero terribles. Atención a la afirmación de Marin Amis: "la ideología es una droga sintética que alimenta el ego". Diana. Los jóvenes nos retan a estar abiertos y en contínuo cambio. El problema no es soyo, sino muy otro: uno, un sistema de enseñanza secundaria en el que todo el mundo ha vuelto loco a todo el mundo; segundo, que nadie les habla de lo que es esencial.

A mis alumnos les hablo de lo que es esencial. Les explico nuestra situacíón: somos náufragos en una playa desierta de una isla desconocida. Hemos de aprender a vivir, y para ello, hay que saber mirar y ver. La educación no es ni el aprendizaje de habilidades ni de la gestión del conocimiento, es suscitar una cierta manera de mirar, que atraviese el plomo de la estupidez y que no se debilite ante la kryptonita de la maldad (este es un homenaje a Bob Siegel, Superman y la redacción del Daily Planet).

Cuando les hablas de lo que es esencial, escuchan y despiertan. Claro que hay que conocer a cada uno por su nombre, hay que saber qué les mueve, no qué hacen sino quienes son. Tomarles en serio como uno quiere que le tomen y no tratarles como idiotas sino como hermanos. Es un privilegio estar con los jóvenes estudiantes de hoy, son los mejores jóvenes que nunca ha habido en España.

Novedades en revistas de comunicación

Novedades en revistas de comunicación

El Portal de la Comunicación del Institut de la Comunicació (Universitat Autònoma de Barcelona) es una fuente de recursos ingentes y de gran calidad.
Novedades en revistas: dossier "Periodismo en la red, la transición acaba de empezar". Entre otros autores, Javier Díaz Noci y José Ignacio Armentia. En Telos
La programación de las radios generalistas de España, por Amparo Huertas y María Gutiérrez, en Zer
Reseña del último libro de Jürgen Habermas: "Israel o Atenas. Ensayos sobre religión, teología y nacionalidad" (Ed. Trotta). Comentado por Lluís Badia, en Portal de la comunicación del Institut de la Comunicació de la UAB.
Y aún está en línea el dossier "Els reptes de la cultura catalana a l'era digital", en Tripodos, con Els reptes socials i educatius, por Imma Tubella y Manuel Castells, y La globalització comunicativa a Catalunya, por Daniel E. Jones.

Tendencias de vanguardia y libertad: vivan los gorrillas

Para ponerse al corriente del estado de la cultura realmente existente en una sociedad no hay que ir a los museos de arte moderno o a los centros de cultura contemporánea sino a los centros comerciales, a los hipermercados y a los lugares donde la gente se encuentre vivita y coleando y a su bola. El problema cultural más acuciante que se debatió en torno al Forum 2004 en sus primeros días fue si se permitía entrar bocadillos en el recinto; el Guggenheim vizcaíno es un lugar al que se va a probar qué tal restauración propone, y el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona ha hecho las delicias de la chiquillería hiphop por los espacios para el skateboard que ofrece en su explanada frontal. No es ninguna novedad para Barcelona: la gente popular de la ciudad recibió la llegada de las mieles del consumo a principios de los 60 devorando en masa los innovadores bocadillos de frankfurt que ofrecía la feria de muestras al lado de las nuevas tecnologías de maquinaria agrícola o los revolucionarios componentes electrónicos. Fue todo un avance civilizacional para la ciudad, en la que a mediados del siglo XIX uno de los pasatiempos favoritos era asistir por la tarde a las ejecuciones a garrote vil que se celebraban en lo que hoy es la plaza Folch i Torres, en las que cada familia llevaba sus sillas desde casa para sentarse a gusto y merendar mientras el desgraciado de turno estiraba la pata.
A mí, como persona precupada por las libertades personales y colectivas --creo firmemente en uno de los tabúes del progresismo socializante, el individualismo democrático-- la tendencia que más me interesa como muestra externa de libertad personal no la encuentro en el Tenta de El País ni en The Face sino en los parques de la periferia industrial de la ciudad. Por allí pululan manadas de jubilados que pasean bastón en mano con tanta parsimonia como decisión, encaminados hacia tareas que no logro adivinar. Yo les llamo los gorrillas, porque tanto bajo la lluvia como expuestos al sol suburbano suelen tocarse con gorras, sombreros o simples viserillas publicitarias. Cuando voy o vengo de trabajar en la tele, nada más cruzar el límite de la comarca del Baix Llobregat, me dedico a ir contándolos: "¡mira, otro gorrilla!"; los hay a decenas. Pero poca broma con ellos, que yo no me cachondeo; son la generación que con su trabajo convirtió los desestructurados barrizales de la periferia barcelonesa en ciudades en las que hoy vale la pena vivir. Lo hicieron a fuerza de trabajo e implicación en el movimiento obrero y ciudadano, de modo que ese señor que camina tranquilamente con una jaula con pájaro dentro al encuentro de otros amantes de la cría ornitológica o aquel otro caballero que rebusca en un zarzal por si puede hacerse con un manojo de espárragos silvestres bien pueden ser los héroes de mi juventud que se batían el cobre frente a la policía en las descomunales huelgas generales de finales de los 70. Hoy mismo sale en la contraportada de El País el señor José Calleja, de 71 años, superviviente de la matanza que las tropas franquistas hicieron entre la población civil que huía de su avance: 5.000 personas, en su mayoría mujeres y niños, caían asediados por la aviación alemana y ametrallados desde los montes. El señor Calleja, que formó parte de aquella comitiva siendo niño, viste en el homenaje que les rindió la Diputación de Málaga una cómoda rebeca de lana marrón, una camisa blanca con rayas finas, de cuello abierto, un holgado pantalón gris, una gorra abombada algo ladeada y un bastón de mango curvo colgado de su antebrazo derecho.
Pues qué quieren que les diga, la indumentaria que el señor Calleja llevaba en ese acto entrañable me parece el súmmum de las tendencias más libertarias y avanzadas en el vestir que hoy puedan producirse. Porque al señor Calleja y a todos los gorrillas del universo mundo se les canta un pimiento lo que nadie pueda pensar de ellos, y por eso, a su lado, Manu Chao es un pisaverde, y ustedes perdonen. Esa actitud de relajo zumbón que escuchamos en las musiquillas del gallego parisino o ahora mismo en el impensado éxito de Pastora no tienen nada que hacer ante la cultura del vive como quieras de un grupito de cuatro gorrillas que hoy mismo he visto justo al lado de la rotonda de Sant Boi, desayunando bocatas y ensaladas en un huertillo colindante con la carretera general.
Estando yo preocupado por la galanura con que los gorrillas hacen gala de su libertad cotidiana, vino en mi ayuda una vez más el nunca bien ponderado hipermercado. Yo ya me había convertido en habitual de un Lidl recientemente instalado cerca de casa, gracias a la calidad de sus verduras y yogures, pero la inauguración de un local de su competencia, Aldis, fue algo que prometía. Alguna innovación cultural nos aportarían entre los dos, algún avance civilizacional decisivo para nuestras vidas cotidianas. Que el lector hipercrítico se tiente: díganme qué otros avances en la liberación de la mujer en el siglo XX fueron más importantes que la lavadora automática y la píldora anticonceptiva.
Y la luz, una vez más, llegó del oriente hipercomercial. "Mira qué te traigo", me saluda hoy mi mujer mientras pongo la mesa para atacar un desayuno compuesto por bocadillo de tortilla de ajos tiernos con ensalada de rábanos y canónigos. Y me saca de la bolsa un par de conjuntos formados por pantalón corto y niqui, de cuello en punta como los polos que llevan los chavales que pueblan las terrazas nocturnas veraniegas, uno de rayitas horizontales azules y grises, muy ténues, y el otro azul oscuro, con una magnífica raya horizontal gris que cruza el vientre: pareceré un orondo osito panda en busca de bambú fresco. "Pues nada, ahora me pongo el niqui de rayitas para ir a trabajar", le digo. "¿Estás loco o qué? ¿No ves que son pijamas?". Coño, cómo que pijamas. "Pijamas de verano con pantalón corto; si te pones una de las camisetas para ir al curro se van a creer que te preparas para hacer la siesta en el despacho". O sea que esos atuendos tan frescos y cómodos son para ponérselos al ir a la cama, uno que duerme en pelotas haga frío o truene.
Al final, llegamos a un compromiso; usaré los pijamas como ropa cómoda para estar por casa, porque además de holgados son muy sufridos, por lo menos el azul, "y el clarito pronto te lo dejarás hecho una mierda, que cada día te echas tres o cuatro lamparones en la pechera". Joder, pues claro; la dieta mediterránea es incompatible con el vestir limpio, o sea que pronto veremos cómo las nuevas religiones de la alimentación y la relación social inventan un nuevo pecado. Pero los pijamas, aun por casa, son una delicia. Yo sigo convencido de que las cmisetas colarían como niquis deportivos, pero ni modo de que me dejen salir de casa con ellos. Pero me vengo adoptando cada vez más un look gorrilla cuando aún me queda la tira --¡ay!-- para la jubilación. Voy y me calo una gorra de pana que pillé en las rebajas de Zara, y me endoso un chaleco verde lleno de bolsillos que me sirven para ir metiendo todas las mierdas que voy encontrando por ahí. La camisa, una a cuadros que costó cindo euros en el mismo super, y unas bambas que cuestan menos de tres. Con mi camisa a cuadros y mi gorrilla ajustada al coco me siento el rey del mambo. Porque la democracia no es sólo división de poderes, multipartidismo y representatividad institucional, libertades democráticas y derecho a la disidencia. Democracia es poder ir por la calle sin saludar a nadie. El derecho al sufragio y a la libertad de expresión es inseparable del derecho a que nadie te pida cuenta de dónde vas y a dónde vienes. Las sociedades tradicionales que añoran nuestros wannabe --ese orden pulquérrimo del zen japonés, esas arcadias chamánicas de yanomamis o dogones-- son sitios donde cada uno lleva buena cuenta de qué hacen todos los demás y cómo. Yo, cuando tenía 19 años y vivía en el Turó de la Peira, los chavales me tiraban piedras porque llevaba un melenón por los hombros como Frank Zappa. Ahora, cada vez me parezco más a un gorrilla, y mañana mismo me pongo a tallarme un bastón de una vara que he pillado entre los desechos que la marea ha dejado en la playa de mi pueblo. ¡Viva la libertad!

Umberto Eco: las reglas del poder en el régimen mediático

Un artículo de Umberto Eco publicado en La Repubblica, 9.01.04. Reproducido en  Avant

Recientemente celebré mi cumpleaños, y con mis allegados, que habían acudido a felicitarme, volví a evocar el día de mi nacimiento. Si bien estoy dotado de excelente memoria, aquel momento no lo recuerdo, pero he podido reconstruirlo a través del relato que de él me hicieron mis padres. Al parecer, cuando el ginecólogo me extrajo del vientre de mi madre, una vez hechas todas las cosas que requieren tales casos, y presentándole el admirable resultado de sus contracciones, exclamó: "¡Mire qué ojos, parece el Duce!" (Mussolini). Mi familia no era fascista, al igual que no era antifascista -como la mayor parte de la pequeña burguesía italiana, tomaba la dictadura como un hecho meteorológico: si llueve, se coge el paraguas-, pero para un padre y para una madre, oír decir que el recién nacido tenía los ojos del Duce suponía indudablemente una bonita emoción.

Ahora, cuando los años me han hecho más escéptico, me inclino a pensar que aquel buen ginecólogo decía lo mismo a cualquier madre y a cualquier padre -y mirándome al espejo, me descubro más bien parecido a un grizzly que al Duce, pero eso poco importa-. Mis padres fueron felices al saber mi semejanza con el Duce.

Me pregunto qué podría decir un ginecólogo adulador de hoy a una puérpera. ¿Que el producto de su gestación se parece a Berlusconi? La sumiría en un preocupante estado depresivo. Por par condicio, asumo que ningún ginecólogo sensible diría a la puérpera que su hijo parece tan rollizo como Fassino, tan simpático como Schifani, tan guapo como La Russa, tan inteligente como Bossi, o tan fresco como Prodi, por citar algunas de las personalidades políticas italianas más destacadas.

Un ginecólogo sensato compararía más bien al recién nacido con algún famoso televisivo, y diría así que tiene los ojos penetrantes del periodista Bruno Vespa, el aire agudo de Paolo Bonolis, el popular presentador, la sonrisa del actor Christian de Sica (y no dirá que es tan guapo como Boidi, tan arrogante como Fantozzi o -tratándose de mujer- tan sexy como Sconsolata).

Cada época tiene sus mitos. La época en la que nací tenía como mito al Hombre de Estado; ésta en la que se nace hoy tiene como mito al Hombre de Televisión. Con la consabida ceguera de la cultura de izquierdas, la afirmación de Berlusconi de que los periódicos no los lee nadie mientras que todos ven la televisión se ha entendido como uno más de sus patinazos insultantes. No lo era, era un acto de arrogancia, pero no una estupidez. Reuniendo todas las tiradas de los periódicos italianos se alcanza una cifra bastante risible si se la compara con la de quienes sólo ven la televisión. Calculando, además, que sólo una parte de la prensa italiana mantiene aún una actitud crítica ante el Gobierno actual, y que toda la televisión, la RAI más Mediaset, se ha convertido en la voz del poder, no cabe duda de que Berlusconi tiene toda la razón: el problema es controlar la televisión, y que los periódicos digan lo que les venga en gana.

Éstos son hechos, nos gusten o no, y los hechos son tales precisamente porque son independientes de nuestras preferencias (¿que se te ha muerto el gato? Pues muerto está, te guste o no).

He arrancado de estas premisas para sugerir que, en nuestro tiempo, si dictadura ha de haber, será una dictadura mediática y no política. Hace casi cincuenta años que se viene diciendo que en el mundo contemporáneo, salvo algunos remotos países del Tercer Mundo, para dar un golpe de Estado ha dejado de ser necesario formar los tanques, basta con ocupar las estaciones radiotelevisivas (el último en no haberse enterado es Bush, líder tercermundista que ha llegado por error a gobernar un país con un alto grado de desarrollo). Ahora el teorema ha quedado demostrado.

Por lo tanto, es una equivocación decir que no puede hablarse de "régimen" berlusconiano, puesto que la palabra "régimen" evoca el régimen fascista, y el régimen en el que vivimos carece de las características de las dos décadas de dominio mussoliniano. Un régimen es una forma de gobierno no necesariamente fascista. El fascismo obligaba a los chicos (y a los adultos) a ponerse un uniforme, acabó con la libertad de prensa y enviaba a los disidentes al confinamiento. El régimen mediático de Berlusconi no es tan zafio y anticuado. Sabe que el consenso se controla controlando los medios de información más difundidos. Por lo demás, no cuesta nada permitir que disientan muchos periódicos (hasta que no puedan ser adquiridos). ¿A qué serviría confinar al prestigioso periodista Biagi? ¿A que se convierta acaso en un héroe? Basta con no dejar que hable en la televisión.

La diferencia entre un régimen "al estilo fascista" y un régimen mediático es que en un régimen al estilo fascista la gente sabía que los periódicos y la radio no comunicaban más que circulares gobernativas, y que no podía escucharse Radio Londres, bajo pena de cárcel. Precisamente por eso, bajo el fascismo la gente desconfiaba de los periódicos y de la radio, escuchaba Radio Londres con el volumen bajo y confiaba sólo en las noticias que le llegaban a través del murmullos, del boca a boca, de la maledicencia. En un régimen mediático donde, pongamos, sólo el diez por ciento de la población tiene acceso a la prensa de oposición y el resto recibe las noticias a través de una televisión bajo control, si por un lado está extendido el convencimiento de que se acepta el disenso ("hay periódicos que hablan contra el Gobierno, prueba de ello es que Berlusconi se queja siempre al respecto, por lo tanto existe libertad"), por otro el efecto de realismo de la noticia televisiva (si recibo la noticia de que un avión se ha precipitado en el mar, es indudablemente cierta, de la misma forma que es verdad que veo las sandalias de los muertos flotar, y no importa si por casualidad son las sandalias de una catástrofe precedente, usadas como material de repertorio), hace que se sepa y se crea sólo aquello que dice la televisión.

Una televisión controlada por el poder no debe necesariamente censurar las noticias. Naturalmente, por parte de los esclavos del poder no faltan tampoco tentativas de censura, como una muy reciente (afortunadamente ex post, como dicen quienes dicen un momentín y pool position), por la que se juzgó inadmisible que en un programa televisivo se pudiera hablar mal del jefe del Gobierno (olvidando que en un régimen democrático se puede y se debe hablar mal del jefe del Gobierno; en caso contrario, nos hallamos en un régimen dictatorial). Pero se trata sólo de los casos más visibles (y, si no fueran trágicos, risibles). El problema es que se puede instaurar un régimen mediático en positivo, con la apariencia de decirlo todo. Basta saber cómo decirlo.i ninguna televisión dijera lo que piensa Fassino [líder de la oposición], acerca de la ley tal de cual, entre los espectadores nacería la sospecha de que la televisión oculta algo, porque se sabe que en alguna parte hay una oposición. La televisión de un régimen mediático usa en cambio ese artificio retórico que se llama "concesión". Pongamos un ejemplo. Acerca de la conveniencia de tener un perro hay aproximadamente cincuenta razones a favor y cincuenta razones en contra. Las razones a favor son que el perro es el mejor amigo del hombre, que puede ladrar si entran ladrones, que es adorado por los niños, etcétera.

Las razones en contra son que hay que sacarlo cada día para que haga sus necesidades, que nos cuesta en alimentos y veterinario, que es difícil llevárselo de viaje y otras cosas. Admitiendo que queramos hablar a favor de los perros, el artificio de la concesión podría ser así: "Es cierto que los perros cuestan, que representan una esclavitud, que no se les puede llevar de viaje" (y los adversarios de los perros son conquistados por nuestra honestidad), "pero es necesario recordar que son una estupenda compañía, que los niños los adoran, que se muestran vigilantes contra los ladrones, etcétera". Ésta sería una argumentación persuasiva a favor de los perros. Contra los perros podría concederse que es cierto que los perros son una compañía deliciosa, que son adorados por los niños, que nos defienden de los ladrones, pero a continuación seguiría la argumentación opuesta: que, sin embargo, los perros representan una esclavitud, una fuente de gastos, un engorro para los viajes, y ésta sería una argumentación persuasiva en contra de los perros.

La televisión actúa de esta forma. Si se discute la ley tal de cual, se enuncia ésta en primer lugar, después se da la palabra de inmediato a la oposición, con todas sus argumentaciones. A continuación aparecen los partidarios del Gobierno que objetan las objeciones. El resultado persuasivo se da por descontado: tiene razón quien habla el último. Si se siguen con atención todos los telediarios, podrá verse que la estrategia es esa: en ningún caso tras la enunciación del proyecto aparecen primero los partidarios del Gobierno y después las objeciones de la oposición. Siempre ocurre lo contrario.

A un régimen mediático no le hace falta meter en la cárcel a sus opositores. Los reduce al silencio, más que con la censura, dejando oír sus razones en primer lugar.

¿Cómo se reacciona, pues, ante un régimen mediático, visto que para reaccionar sería necesario tener ese acceso a los medios de información que el régimen mediático precisamente controla?

Hasta que la oposición, en Italia, no sepa hallar una solución a este problema y continúe recreándose en diferencias internas, Berlusconi será el vencedor, nos guste o no.

 

E-cuaderno nos recomienda (¡guau!)

Descubrí el blogging por serendipidad el día que aterricé en la Web de blogs del profesor José Luis Orihuela y desde entonces le debo un jamón (o dos). Ahora ha tenido la amabilidad de difundir la existencia de este incipiente blog en su sitio de referencia E-cuaderno. A todos los que queráis haceros un blog y empezar a aprender, os recomiendo que visitéis esos enlaces. Para los alumnos de ESCAC y estudiantes de audiovisual en general, la magnífica web del guión del doctor Orihuela. ¡Gracias, profe! Y para empezar a darle, hacéos vuestro weblog en el espacio de blogs de Inforagón y si os animáis, haced una donación en pelas, porque este tinglado funciona a base de esfuerzo y buena voluntad del gestor del sitio, Roberto Abizanda. ¡Gracias, maño!

Barney Kessel y Gabriel Rosales, o la música como sabiduría

Barney Kessel y Gabriel Rosales, o la música como sabiduría

La muerte de Barney Kessel lleva nuestra mente hacia aquellas guitarras que cantan con corazón. Son una raza de guitarristas de jazz que abarcan la totalidad de la expresión musical humana. Como Gabriel Rosales, al que seguro que todos habéis escuchado con Joan Manuel Serrat en "Para piel de manzana" o en el álbum de Antonio Machado. Cualquier estudiante de guitarra debería leer su magnífico manual Cábalas con la guitarra. El secreto del arte de tocar (Fundación Autor), recomendado por Paco de Lucía, y para el cual escribí un texto de presentación, que decía cosas como: "El objetivo de la música no es --no es solamente-- producir sonidos armoniosos. Aunque parezca paradójico, el objeto último de la música es el silencio; suscitar el descubrimiento del espacio de silencio interno de cada persona donde resuena la belleza, el amor y la verdad. La música es mágica porque tiene el poder de inducir esa empatía, la cualidad de desèrtar aquellas partes del código genético humano que encierran la música interna de cada persona".
Mi amigo Gabi Rosales es ese guitarrista que se ve en las fotos de las apoteósicas giras de Joan Manuel Serrat por Hispanoamérica, de triunfo en triunfo. Ahora vive en Mallorca dedicado a la enseñanza de la música, arropado por gente buena y sabia como Toni Benassar y Dolores Ramis de Ayreflor. El maestro Rosales, que había triunfado una y otra vez ante el público del teatro Colón de Buenos Aires --la peor nostalgia es la que se siente de los lugares donde uno no ha estado-- caminó el camino de Santiago y, cuando se tumbaba a descansar veía como los pájaros se posaban sobre los cables eléctricos cercanos y, mirándolos como si fueran notas sobre el pentagrama, cantaba la tonada que dibujaban sobre el cielo. No me atrevo a decir que las aves se posara involuntariamente de esa guisa, pues bien es sabido que en todos los tiempos ha habido hombres conocedores del lenguaje de los pájaros, ya que todas las aves tratan de hacerse entender siempre y en todo momento, y por eso nos llaman sin cesar. (¿Acaso no habéis visto, en "Master and commander", al médico naturalista del navío inglés correr en pos de un extraño cormorán de las islas Galápagos que no podía volar?)
Cuando escuchéis el Serrat de los primeros tiempos, fijaros en la guitarra que le acompaña, tocada por mi tocayo que un día la describió como templo sagrado: "Diapasón; presbiterio de ébano. Azabache por el que todo transcurre. De luna y plata son los 19 trastes. Soberanos encargados de llamar al orden. Símbolos del Logos, el Único capaz de pòner concierto dentro del caos vibratorio. Boca y roseta; patio interior, abismo cercado de primorosa taracea. Vergel de galerías coronadas por un mirador circular situado en el centro". Los que no sepáis tocar, no paséis pena: "La ascensión a campanarios, cumbres, templos y montañas es un viaje extático al 'centro del mundo'. El caminante, al alcanzar la terraza superior realiza una ruptura de nivel, trasciende el espacio profano y penetra en una región intacta. Ahí ya todo es pura vibración, Vibración Pura".
Cuando Gabriel Rosales tenía 16 años, de ello hace más de cuarenta, aún no escribía cosas como esta, y su gran emoción fue ver tocar a Bill Haley and the Comets. Un día, alguien le regaló un disco de Barney Kessel, en cuya portada aparece el músico en plena sesión de grabación en estudio. Por las noches, Gabriel soñaba con aquella imagen, viéndose a si mismo en aquel estudio de grabación, siguiendo la ejecución de Kessel desde la mesa de mezclas, allí estaba el chaval mirando en sueños como el famoso guitarrista de jazz ponía los dedos sobre el mástil y podía escuchar oníricamente cómo sonaban las notas. Al despertar, Gabi tomó la guitarra que le habían regalado sus padres con el enorme esfuerzo de reunir quince mil pesetas de la época, y halló al tañerla que de la noche a la mañana ya sabía tocar de una manera que desconocía.
Pasaron los años, Gabriel Rosales se hizo profesional --conciertos con los Platters, Sacha Distel, Paquito D'Rivera, Tete Montoliu-- y muchos años más tarde leyó un día un reportaje donde el gran guitarrista americano Howard Roberts había tenido y protagonizado el mismo sueño iniciático de Barney Kessel.
Los músicos son gente así, dedicados a cosas como éstas mientras los cantantes pasan el tiempo lamentándose por no hallar suficiente reconocimiento a su vanidad, que disfrazan bajo la forma profana de la reivindicación cultural. Si alguien quiere tocar de verdad, que busque al maestro Gabi Rosales, discípulo de Jim Hall. Cuando dé clase, Barney Kessel también estará allí bendiciéndoles desde el presbiterio de ébano.

La revolución digital pensada con la cabeza fría

Núria Almiron es una de las autoras españolas de referencia en internet, medios y sociedad. Cuando se os caliente la cabeza delirando sobre la red, echad un vistazo a su artículo Internet y la sociedad global. ¿Donde está la revolución?. Los libros de referencia de la profesora Almiron son Cibermillonarios. La burbuja de Internet en España (Planeta) y Negocis 3.0. Mites i realitats d'Internet i la nova economia (con Eudald Domènech; Planeta). Una reflexión crítica general, Internet. ¿Y después? por mi guru, Dominique Wolton (Gedisa).

Troya, nuestras raíces y nuestra alma

El estreno de Troya nos vuelve a poner cara a cara con la gran cuestión pendiente de este tiempo: la mirada hacia el mito como camino de regreso hacia nuestro verdadero ser.
El origen de nuestra desazón general es la desestructuración simbólica del hombre contemporáneo. Estamos en una situación simétrica a la de los pueblos indígenas colonizados, en este sentido: despojados de aquel referente personal y colectivo a la vez en el que se basa una visión del mundo y una manera de habitarlo. El arte, el simbolismo, la literatura, el hermetismo, son navegaciones al encuentro de nuestra alma, que ya no sólo sabemos cómo es ni a qué se parece, sino cómo se llama.
En el gran mito fundacional de la humanidad, el libro del Génesis, se explica que la tarea del hombre en el mundo es poner nombre a los animales y las cosas para conocerlas y dominarlas. Avanzamos nombrando y navegando, como explicó Antonio Machado al aludir a cómo se hace el camino. Quizás lo que pasa es que ya hemos nombrado demasiado, sin ton ni son, y hemos olvidado leer de tanto escribir; de ahí la liquidez del pensamiento postmoderno según Zygmunt Baumann como mecanismo de seguridad tras una época de grandes palabras que estalla en Auschwitz, Hiroshima y Ruanda.
Yo tiemblo ante la mera presencia de imágenes o palabras de la antigüedad clásica. Tras velos de ambigüedad y misterio, son escalofriantemente reveladores de la condición humana. Porque ese legado literario, arqueológico e histórico es algo más que el recuerdo de un tiempo ido. Son conjuntos de símbolos, y el símbolo nos abre una puerta a la realidad profunda simulando velarla. Los héroes de Ilión que veremos en la película no son sino trasuntos de nosotros mismos señalando al lugar donde mora nuestra alma, en esa batalla que es una metáfora de nuestra vida personal y colectiva.
La página de la película en español
Filmografía: Ancient Greece in cinema
Homero, Iliada y Odisea
Portal de cultura clasica
La ciudad de Troya y su descubridor
Introducción a los símbolos y mitos y una excelente bibliografia sobre símbolos, ideal para alumnos de ESCAC.
Ilustración: Atenea, diosa de la civilización, la filosofía y la democracia, com el olivo sagrado y su lechuza. Atenea ayudó a los griegos en la batalla: es la personificación de nuestra capacidad de iluminación, que reside en la supraconciencia humana.

Trofeos de carne humana como pedazos de tocino

Las normas de pulcritud alimenticia propias del mahometismo y del judaísmo prohiben el consumo de carne de cerdo. El paralelismo, hasta aquí: la primera confesión rompe el equilibrio a partir de la fotografía difundida mundialmente de un comando de Hamas exhibiendo los restos de unos israelíes asesinados por ellos, mientras ofrecen a la vista de la cámara ejemplares del Corán abiertos, en pleno acto de profesión de fe. La carne de hombre no es carne de cerdo; quizás por ello sea permisible mostrar trofeos de carne humana vencida mientras se proclama la fidelidad a la propia religión. El movimiento palestino de liberación nacional marca así un hito histórico: supera la cota de degradación alcanzada por el nazismo hitleriano en los campos de exterminio. Palestinismo y nazismo se anúan en un mismo proyecto: aniquilar al pueblo de Israel en aras del propio irredentismo como punto de partida para terminar con cualquier vestigio de democracia en el mundo.
La izquierda europea y los intelectuales viven en una ficción fatal; creen que los palestinos luchan con unas precarias piedras contra una implacable máquina militar genocida israelí. En realidad, el ejército israelí es la garantía de que no llegue a materializarse el único punto que todos los países árabes tienen en común: el exterminio físico, no sólo político, del pueblo de Israel. Nada de piedras lanzadas por niños oprimidos contra los tanques: fanáticos suicidas munidos de dinamita se hacen estallar en las pizzerías y discotecas donde la juventud israelí acude a divertirse pacíficamente. La misma política exterminadora de la juventud democrática llevada a cabo en su tiempo por las fuerzas de choque SA hitlerianas.
Los militantes de izquierdas demócratas contemplamos con pesar cómo la cultura izquierdista europea es judeófoba sin saberlo. Los caricaturistas satíricos de la prensa contribuyen a perpetuar una conciencia del todo infame, en este sentido. Claro que el dibujante Ferreres, de El Periódico de Catalunya, es antisemita. La pena es que lo es sin saberlo. Le repele la imagen prepotente del primer ministro Sharon, pero olvida que él puede ser depuesto por su ciudadanía, mientras que el entramado corrupto de la cúpula dirigente palestina forma parte inseparable del universo antidemocrático árabe: una cleptocracia generalizada que mantiene aherrojados a sus propios pueblos bajo la excusa de la "amenaza" sionista.
Tal hipermetropía viene facilitada por un discurso cosmopolista engañosamente progresista. Ejemplo: la jueza iraní marginada y reprimida por el clero antidemocrático de su país es galardonada con el premio Nobel. Su primer discurso público versa... sobre el problema palestino, en lugar de erigirse en denuncia de los enemigos de la libertad que le han jodido la vida a ella misma. El propalestinismo es la excusa colectiva de una civilización fracasada que arroja sobre las espaldas de otros su propia incapacidad de evolucionar democráticamente.
La izquierda y la intelectualidad europea traga sopas con honda y no hay nada que le pueda abrir los ojos: ni siquiera el caso de Salman Rushdie. El problema no es el propalestinismo izquierdista; la cuestión es que Europa no ha dejado de ser judeófoba. Simplemente, ha dejado de construir Mauthausens y Auschwitzs; temerosa como es de las decisiones fuertes (¡oh, por favor, que Estados Unidos nos libre de Milosevic y del caos kosovar, nosotros no tenemos huevos!) para que "la causa árabe" le haga el trabajo sucio. Por ello se empeña en creer que el movimiento palestino es aún una resistencia laica y progresista, un renacer árabe en el que las mujeres combatirán al lado de los hombres y gozarán de igualdad de derechos (Leila Jaled, Hannan Ashraui) y el liderazgo será frentepopulista, con alianza de nacionalistas burgueses (Arafat) y marxistas laicos (George Habache). Una mierda: los trofeos de carne humana frente la cámara fotográfica hablan por sí solos.
Nota bene: los republicanos, comunistas, socialistas, catalanistas y masones españoles sufrieron una represión incomparablemente más cruel que la de los palestinos. Figura en nuestro registro de honor haber combatido siempre lealmente al adversario, haber luchado contra el nazismo y haber defendido a la Unión Soviética ante el ataque nazi.
DOSSIER: Los vínculos privilegiados entre nazis y palestinos
"No se pueden evocar los vínculos entre los musulmanes y en particular los palestinos, sin evocar la personalidad del Gran Mufti de Jerusalén y sus vínculos con el régimen nazi (...) Husseini tenía lazos de parentesco directo con numerosos líderes importantes del mundo palestino, empezando por Yasser Arafat, del cual era tío, y Faisal Husseini, del cual era abuelo".
"El Mufti, esponsorizado por la Alemania nazi (se dedicó a actividades como)la organización de los musulmanes en unidades militares en los países ocupados por el Eje (...) la puesta enfuncionamiento de legiones árabes controladas por los alemanes, así como la brigada árabe".

Charo Lacalle, una mirada certera ante la televisión

Los que nos gusta la televisión y queremos reflexionar y aprender sobre ella tenemos un problema con la crítica de televisión en la prensa: únicamente J. M. Baget Herms y Victor M. Amela en La Vanguardia analizan el medio. El resto lo toman como excusa para otros discursos, incluido cierto estilo de humor barato. Por eso hay que seguir con mucha atención el trabajo de Charo Lacalle, una profesora de la Universitat Autònoma de Barcelona que está considerada como una de las mejores analistas de televisión y cine del mundo de habla hispana.
Charo Lacalle es semióloga (ha colaborado con Umberto Eco) y forma parte del observatorio europeo de ficción televisiva Eurofiction. Además de contar con un solidísimo bagaje científico, Charo tiene nariz para detectar tendencias y corrientes de fondo en los medios audiovisuales, por lo cual asesora diversos organismos y entidades sobre la materia. Pero sobre todo es una gran docente, y para mí fue un enorme placer seguir un curso de semiótica dictado por ella.
Recomiendo la lectura de algunos textos suyos:

Mitologías cotidianas y pequeños rituales televisivos: los talk shows.. Para ver de qué van realmente los talk shows en vez de repetir las mismas vulgaridades que dice todo el mundo.
Gladiator: memoria del peplum y escritura genérica. Un análisi del cine "de romanos" a partir del giro dado por el filme de Ridley Scott (a leer con "Una de romanos" de Joaquín Sabina como música de fondo).
Y dos libros:
David Lynch. Terciopelo azul. Paidós. El espectador televisivo. Gedisa. Este último imprescindible para los "malalts de tele": un análisis científico de los formatos de entretenimiento, realitys, talk shows y concursos.

La millor tira còmica de la premsa: Granotes i cuques

El diari Avui publica cada dia la millor tira còmica de tota la premsa de l'Estat espanyol: "Granotes i cuques", de Daniel Boada, que també té una edició setmanal en el suplement dominical, a tota plana i en color. "Granotes i cuques" està a l'alçada de les grans tires còmiques que han fet història a la gran premsa moderna,sense exagerar gens ni mica, com ara "Blondie", "Fred Basset", "Andy Capp" o "Peanuts", i és superior, de bon tros, a "Garfield". Això és perquè "Granotes i cuques" té tots els ingredients d'una tira de gran qualitat candidata a esdevenir clàssica: 1, s'adreça a tots els públics, però permet tant una lectura infantil-ingènua com adulta-irònica; 2, és una història brevíssima amb un impacte i unes implicacions que van molt més enllà; 3, crea un univers propi, una localització domèstica, que tothom pot reconèixer; 4, capgira, però, aquesta realitat aparentment propera i li dóna una dimensió molt més profunda, tot fent-ne una metàfora breu i succinta de la totalitat de la vida quotidiana i social.
"Granotes i cuques" està ambientada en un bassal on les granotes viuen tota la gamma de situacions pròpies de la vida humana en interacció amb unes cuques les quals, a més de compartir veïnatge, són el seu aliment i sovint llaminadura. Com s'assemblen als humans aquestes granotes tan simpàtiques afectes al canibalisme! La ingenuitat aparent de la tira és més aprop del que sembla del poema de William Burroughs: "What keps humankind alive? Humanikind is kept alive by bestial acts".
Us animo a esdevenir granotaires: llegiu cada dia "Granotes i cuques" i mogueu la tira entre els vostres amics; a aquest país la gent no sap reconèixer les coses enormement valuoses que té davant els morros, sobre tot quan no hi ha cap mandarí cultural o cap personatge pretenciós que els digui què els ha d'agradar i què no. "Granotes i cuques" es publica a la secció de serveis i oci de l'Avui, en pàgina senar, però la podeu veure a l'edició electrònica al pdf corresponent, o bé vegeu la d'avui aqui.

Informes de Amnistia Internacional sobre Irak

Amnistia Internacional ha denunciado la muerte de civiles inofensivos a manos del ejército británico, que se añade al vergonzoso episodio de las torturas y vejaciones a detenidos a manos de fuerzas regulares norteamericanas comandadas por mercenarios de empresas privadas. Elinforme se titula "Homicidios civiles en Basora y Al Amara". Los documentos de AI sobre Irak son estos.

Aquí teniu l'informe de mitjans de comunicació filtrat

L'informe sobre mitjans de comunicació atribuït al Govern de la Generalitat i filtrat patufetísticament no diu res que qualsevol periodista o persona propera als cercles de la política no hagués sentit a uns o altres. La conclusió més assenyada és: "lasciate ogni speranza" que els polítics professionals tinguin res més que una concepció purament instrumental de la comunicació. Ho pagarem car en termes de democràcia perquè el capitalisme salvatge passa per la "democràcia mediàtica" de Berlusconi i Putin. Però atenció, perquè desprès de la xerrameca i el safareig hi ha dades que apunten a realitats més possibles i inquietants:"No hay que descartar la privatización de parte de TVE" (Miguel Angel Fernández Ordóñez, Secrtari d'Estat d'Hisenda, avui, a la portada de EL PAIS.
El text de capçalera per saber quina importancia real té la comunicació per a la democràcia és: Sobre la comunicación. Dominique Wolton. Acento Editorial, Madrid.
El document sencer amb l'informe filtrat el teniu a l'enllaç adjunt.Document sencer

¡Bienvenidos al estreno de mi blog!

¡Bienvenidos al estreno de mi blog!

Acabo de descubrir el blogging y aún alucino. A partir de hoy este es un punto de encuentro para saber más de:
- Comunicación, medios y sociedad
- Recursos y datos para pensar un mundo distinto
- Ideas, hechos y debates de actualidad, orientados al cambio
- Comunicación, educación y cosas que aprender
- Humanismo crítico, naturaleza y espíritu
- Cultura, arte y expansión de la conciencia
Este weblog se actualizará lo más frecuentemente posible y actuará como centro de recursos, animador de acciones y actividades entre amigos y conocidos y dinamizador de cocos.
Mis amigos (y los futuros) pueden colaborar: incluyendo sus actividades aquí, enviando comentarios y haciendo sugerencias y peticiones.
Se trata de que este sea el punto en que se entrecrucen los talentos de todos mis amigos. Contactadme en gabrieljaraba2003(arroba)yahoo.es
Lema: libertad, igualdad, fraternidad.